martes, 29 de mayo de 2007

Rodríguez Gallego, Beatríz - La escuela que disueño

La escuela que disueño (parte 1, 2 y 3)



Beatríz Rodríguez Gallego
bearoga@gmail.com
Plasencia, España, 3 de Octubre de 2007
Instituto Villanueva de la Vera





¿Escuela?


En primer lugar, presento mi disueño como resultado de mis experiencias vividas, oídas y leídas. Sobre esa base construyo este texto y sobre este texto iré añadiendo, cambiando e incorporando experiencias que faltan por llegar.

Empiezo preguntándome: ¿Qué espero de la escuela? y antes de definir bien la respuesta lo que quiero de momento es que la escuela exista. Mi abuelo ahora bastante mayor se emociona, llora, tal vez lo que no pudo llorar en su momento, cuando recuerda que en su niñez él no pudo ir a la escuela. Le hubiera gustado estar allí, participar de ese espacio, aprender (aunque tal vez se hubiera llevado alguna decepción).

La escuela es un espacio diferente del resto de espacios existentes, es un espacio especial, lleno de oportunidades; es un espacio único y no exclusivo de unos pocos. Todo lo contrario, es un espacio para todo el mundo y debe ser creado y definido también por todo el mundo. Es un espacio público que convive con muchas culturas y sociedades diferentes y, por tanto, se define de formas muy diferentes aunque todas con unas necesidades comunes.

Nuestro espacio es, a su vez, cambiante, no estanco, inamovible e imperturbable. Esta última característica permite que pueda adaptarse, actualizarse, renovarse, redefinirse.

La escuela, además, no teme a la crítica sino todo lo contrario, la provoca; no teme al error porque en el se apoya para seguir existiendo. Tampoco teme a la fatiga porque sabe recuperarse rápido.

Por todas estas y más características que no han sido mencionadas y que ustedes pueden añadir, mi primer disueño es sobre un espacio llamado escuela.

La escuela que disueño (parte 2)


Plasencia, España, 22 de Octubre de 2007
Instituto Villanueva de la Vera

La escuela que disueño (parte 1)

En mi primer disueño hablaba de la escuela como un espacio lleno de oportunidades, cambiante y diverso, ideal. Del cual, ojalá todas las personas de este mundo pudieran formar parte, sin tener que privarse de ella por cuestiones de género, trabajos forzados, …

En mi segundo disueño hablo de los fines de este espacio. También hay mucho escrito y discutido sobre el tema. Podemos decir que dependiendo del momento histórico, del lugar en el que nos centremos y, según quién lo formule, encontramos ciertas diferencias.

El filósofo José Antonio Marina concreta los fines de la escuela de la siguiente manera:
  • “En primer lugar, que los niños/as sean felices y buenas personas;
  • en segundo lugar, que sean buenos ciudadanos y,
  • en tercer lugar, que tengan posibilidades laborales…
  • La escuela no es un mecanismo adoctrinador, ni una institución al servicio del mercado”.
Los que creamos la escuela, ¿tenemos presentes dichos fines a la hora de realizar nuestras programaciones para el curso? ¿Las tenemos presentes en nuestros debates y discusiones? ¿A la hora de elaborar las actividades qué se nos exige desde las administraciones? ¿Qué se nos pide a nivel burocrático?.

Creo que al profesorado, a los Centros y a la Administración, en general, nos cuesta dar el paso a una forma de entender la escuela que sea más humana, crítica y conectada con la realidad. Se hacen pequeños avances y surgen iniciativas muy interesantes. Todas ellas están, sin duda, motivadas por la necesidad de redefinir los espacios educativos y resolver situaciones con las que nos encontramos. Pero cuesta mucho despertar al gigante.


La escuela que disueño (parte 3)

Plasencia, España, 15 de Diciembre del 2007
Instituto Villanueva de la Vera


La escuela como viaje revolucionario


"Deja que el mundo te cambie y tú podrás cambiar el mundo"

Con esta frase se presenta la película "Diarios de Motocicleta". En ella el joven Ernesto Guevara de la Serna se dispone a dar un largo viaje con un amigo por toda América. En el viaje que hace pasa por muchos lugares para mí ya muy familiares, entre otros, Temuco, Valparaíso, Atacama.

El viaje para Guevara fue decisivo. El rumbo que iba a tomar su vida no sería el mismo que tenía planificado antes de salir. Durante el viaje disfrutó de los paisajes más bellos del mundo, disfrutó de las aventuras de los viajeros, conoció el lado más humano de las personas, pero también el viaje le enseñó las injusticias que había en el mundo.

Injusticias que, por otro lado, siguen estando en América, en África, en Asia, en Oceanía, en Europa (por muy de modelo que a veces quieran ir los del viejo continente), en cualquier parte del mundo.

Me gustaría que la escuela que aquí disoñamos sea como un viaje. Un viaje que nos enseñe las necesidades de este mundo, que nos muestre qué hay en el mundo para que nos transforme y podamos cambiar lo que no nos gusta.

Al igual que Ernesto Guevara, yo también conocí gente maravillosa en mi viaje a Chile.

¡Espero que todos estén felices y mantengan su espíritu revolucionario que les hace ser tan buenos profesionales!.

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