lunes, 28 de mayo de 2007

Calvo, Carlos - Mi experiencia en el PRIMA

Lo que el PRIMA ha significado educacionalmente en mi vida

Carlos Calvo
carlosmcalvom@gmail.com
La Serena, 09 Junio 2007

La época de PRODEBAS fue nutricia de varios encuentros extraordinarios. A los que serían miembros del PRIMA les encontramos cuando buscábamos a educadores a quienes les brillaran los ojos cuando se referían a sus alumnos y a su trabajo, que encontraban el vaso medio lleno y se entusiasmaban con lo que podían hacer. Les encontramos ocupados en hacer cada vez mejor su trabajo, sin vivir preocupados por lo que harían si se cumplieran ciertas condiciones que, muchos docente, nunca encuentran. Estaban ansiosos por compartir lúdicamente sus pocos saberes y sus muchas ignorancias. También eran joviales y chistosos.

Les invitamos a optimizar lo bueno y a olvidarnos de lo malo. Esta propuesta maduró hasta convertirse en uno de nuestros principios pedagógico que acogimos con gusto esperanzador de tiempos desafiantes y asombrosos. Lentamente marcábamos diferencias menores, pero radicales, con la tendencia común orientada a corregir errores. Pronto dejó de sorprendernos que las actividades que realizábamos resultaran bien y se nos reconociera por lo que hacíamos. Así, llegaron a liderar en sus grupos y a mediar a sus colegas. Con ustedes el PRIMA se fue gestando sin darnos cuenta –“sin querer queriendo”, nos diría el Chavo.

El nacimiento del PRIMA tuvo características míticas, que las juzgamos de ese modo cuando ha pasado el tiempo. “Vio la luz” en Lican Ray –“flor de roca” en mapudungum, que nosotros podemos interpretar como “flor que no perece”-, donde confluyeron la majestuosidad del Volcán Villarrica –podemos entenderla como “riqueza del lugar y tiempo donde residimos”-, el mágico lago Calafquén – “lago como el mar” dicen los mapuches, nosotros podemos pensarlo como “lo pequeño que aspira a lo grande”-, el frescor líquido de las cervezas y la pasión de la conversación soñadora. El parto lo provoca un comentario sutil de Alejandro, que podría haber pasado inadvertido, pero que escuchamos. Nos dice: “he enseñado sobre los lagos y los volcanes durante toda mi vida sin conocerlos”. Yo me quejo de que varios alumnos no han sabido como trabajar solidariamente para viajar a Colombia, a lo que Silvia agrega con inocencia: “¡vamos nosotros!”. Eso fue todo; casi el aleteo de una mariposa que ha causado un revuelo extraordinario.

El devenir del PRIMA se ha dado lo largo de un tiempo kairótico, pletórico de oportunidades diversas, que supimos interpretar con entusiasmo lúdico. La denuncia la transformamos en anuncio. Dado que siempre nos sentimos capaces, transformamos lo ordinario en extraordinario sin dramatismos ni alardes. Probamos, a quien quisiera preguntar, que podíamos trabajar mejor con menos y con mucha más satisfacción, sin depender de nadie, sino de nosotros, sin pedanterías fatuas, pero con orgullo pedagógico inocente. Esto no les gustó a muchos y varios directivos que reprimieron a varios de nosotros. En ese medio nos convertimos en educadores – educandos de nuestros colegas.

Comprendimos que la confianza fluía entre nosotros e irradiaba hacia los demás, que la flexibilidad nos preparaba para contribuir a la construcción del porvenir y que la humildad nos permitía ser generosos y solidarios como cuando tuvimos que elegirnos entre nosotros mismos para determinar quiénes viajaban a capacitar a profesores en Nicaragua por encargo del Ministerio de Educación de ese país. Decidimos tensionados por silencios evocadores de ilusiones y anhelos contradictorios y, lo hicimos bien corroborando que éramos buenos profesionales y solidarios.

Mi experiencia en el PRIMA también significó un cambio cualitativo de integración holística, cuando a lo largo del mismo tiempo kairótico, Silvia me enseña la Teoría de la Modificabilidad Cognitiva de Reuven Feuerstein, lo que catapulta mi experiencia freiriana hacia campos educativos cada vez más complejos y, paradojalmente, más simples.

Simultáneamente, profundizo en la teoría del caos para mejor entender, entre otros, por qué trabajamos tan bien en el PRIMA, donde todo ha fluido independiente de si el terreno era escarpado, pedregoso o llano, pues en todos los casos lo hacíamos con gusto y decisión.

Habíamos aprendido a disoñar. El modo como superamos estos desafíos me motiva a aceptar la dirección del Doctorado en Educación con mención en Mediación Pedagógica, que busca que cada cual desarrolle las chifladuras que le hacen disfrutar de la vida.