martes, 29 de mayo de 2007

Paniagua López, José Manuel - La escuela que disoñamos

La escuela que disueño (parte 1)

José Manuel Paniagua López
jmpaniagua@educa.madrid.org
Extremadura, España, 1 de Octubre del 2007

Nunca es fácil empezar, nunca es fácil afrontar nuevas experiencias y nunca resulta sencillo conseguir expresar lo que realmente estamos pensando. Ahora mismo estoy empezando a disoñar, estoy familiarizándome con éste término tan novedoso y a la par tan profundo. Implica un ejercicio de imaginación, mezclado con unas gotas de ilusión y unos gramos de reflexión. Sin embargo, y, a pesar de esta aparente confusión terminológica, supongo que tengo más o menos claro el sentido y significado de dicho vocablo. Y más aún después de haber participado en una experiencia, novedosa para mí, pero de una profunda importancia desde cualquier espectro del ser humano, y sobre todo, de la educación.

Me estoy refiriendo a mi experiencia en Chile, más concretamente a mi estancia en la ciudad de La Serena y a mi contacto con el grupo PRIMA durante una grata sesión en Ovalle. Fue precisamente allí donde conocí el verbo disoñar, donde descubrí la cantidad de cosas que nos quedan por hacer en la educación, donde descubrí lo importante que es la reflexión para intentar mejorar las cosas; pero sobre todo, LA ILUSIÓN.

Sí, …, la ilusión …, y lo escribo con letras mayúsculas porque fue lo que más gratamente me sorprendió. Aun recuerdo la sensación con la que salí de aquella aula de colegio. Comprendí que para intentar cambiar las cosas no hay que tirar balones fuera, ni ceder la responsabilidad de dichos cambios a los que tienen el poder. Comprendí que el entusiasmo y el intercambio de ideales sobre las perspectivas futuras de la educación son también un punto de partida esencial para conseguir los objetivos propuestos. Son la esencia y el origen de esa escuela que disoñamos todos los docentes.

Permítanme, en éste mi primer disueño, no disoñar. Es decir, no quiero disoñar nada particular ni personal. Quiero sumarme a los disueños de los componentes de aquella mesa en aquel aula en Ovalle. Quiero trasladarles mi satisfacción por lo que están desarrollando. Quiero disfrutar recordando aquellos textos, aquellos diálogos cargados de entusiasmo y sapiencia. Me gustaría poder explicarles con más exactitud la importancia de aquella experiencia, tanto en lo personal, como en lo profesional.

Por todo ello, considero que mis disueños personales pueden prorrogarse para posteriores comunicaciones y en este momento simplemente apoyar y alentar a PRIMA para que continúe con ese maravilloso trabajo que están realizando.

La reflexión es el paso previo de la acción. Y la reflexión sobre la educación es el paso previo para conseguir óptimos discentes, que proporcionarán el bienestar y la paz de las generaciones futuras.

Ojalá nuestros futuros alumnos disueñen también una educación mejor.

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