martes, 29 de mayo de 2007

Rodríguez, Omar - La escuela que disoñamos


La escuela que disueño
(parte 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7)


Omar Rodríguez
orodriguez57@gmail.com
Paihuano, 23 de Junio del 2007

La Escuela, la Educación y las Inteligencias Múltiples

El presente trabajo es solo una reflexión acerca del rol que cumple la educación y la escuela en el proceso formativo de los niños y jóvenes y de la responsabilidad que le compete al sistema educativo y a los docentes en este proceso.

No pretendo con ello más que realizar una crítica constructiva al sistema social y educativo hoy imperante y, sobre todo ello, dejar de manifiesto que la labor educativa, que ejerce el docente, no puede circunscribirse tan solo a las paredes del recinto escolar, respondiendo a un modelo impuesto y no al que naturalmente debe fluir en una relación dialógica, respetuosa y fraterna entre quién enseña y el que aprende.

Mi escuela disoñada transita por estos derroteros y quizás en estas líneas no me sea posible dar una mayor claridad a estas ideas, sin embargo, espero que ello contribuya a provocar un diálogo que nos enriquezca a todos en torno al tema.

Hasta hace poco, el mundo se desarrolló con la idea de que todos poseemos una inteligencia única, medible y que puede, por lo tanto, ser evaluada. Si se aprueban determinados test, llamados de inteligencia, se es capaz o no de responder dentro de un proceso de educación formal, el mismo que privilegia la escuela y donde el énfasis está en el desarrollo de las habilidades lingüísticas y lógica matemáticas, sin considerar a las restantes interligencias. Hasta hoy, un alto porcentaje de nuestras escuelas han avanzado con esta idea y valoran y etiqueta a sus alumnos en función de esa creencia.

Sin embargo, dentro del proceso formativo se encuentran también otras modalidades educativas, tales como la Educación No Formal y la Educación Informal.

Esto ya lo intuía Gabriela Mistral cuando señaló “enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clases. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra”. Vale decir, el proceso educativo no es exclusivo de la sala de clases y es deber del maestro prolongar su acción educadora a otros contextos también.


La escuela que disueño (parte 2)

Paihuano, 04 de Agosto del 2007

“Un buen sembrador siembra cantando”.

Hoy se sabe que todos nosotros poseemos al menos ocho inteligencias. Cada una con diferente evolución, con sus propios códigos y con una determinada localización cerebral. Son diferentes "bancos de datos" que permiten alcanzar el aprendizaje por otros caminos posibles.

Los “malos alumnos”, aquellos definidos como "burros" o "flojos", son niños y jóvenes desmotivados, incomprendidos y mal conducidos. Son alumnos cuyo único pecado es tener un menor desarrollo en la inteligencia lingüística y/o lógico – matemática, privilegiadas por la casi totalidad de las escuelas.

¿Qué pasa con las restantes inteligencias: musical, físico - kinética, interpersonal, intrapersonal, espacial y naturista?. ¿Qué hace la escuela y cada uno de los maestros para permitir que ellas se manifiesten y ejerciten?

No es propósito de este comentario definir cada una de ellas y sus alcances, ni tampoco entrar a polemizar sobre su real existencia; sin embargo, se hace necesario considerarlas por cuanto contribuyen al desarrollo del pensamiento e influyen en la conducta del ser humano.

Aquellos cuyas inteligencias de mayor crecimiento coinciden con las que miden la escuela, son los "buenos alumnos" y los que mejores probabilidades tienen de desarrollar una buena autoestima.

Pero esto es injusto, equivocado, dañino, pero remediable. Injusto, equivocado y dañino porque en la competitividad del medio escolar, los que carecen de esa coincidencia, son llamados "poco inteligentes" y a la larga son dejados de lado. Son lentamente apartados del sistema escolar – formal, empero, al mismo tiempo, no se implementan las otras modalidades para ofrecerles alternativas de desarrollo y, con ello, remediar, quizás sólo en parte, el problema al cual hoy nos vemos enfrentados.

Es inútil imponer más años de estudio o más horas de clases si sólo sirven para producir adolescentes descalificados, frustrados, con una baja autoestima, generada muchas veces por un desactualizado proceso de enseñanza y de aprendizaje.


La escuela que disueño (parte 3)

Paihuano, 18 de Agosto del 2007

Escuela de la calle

La escuela actual no atrae a un alto número de niños y jóvenes. Disminuye y hasta hace desaparecer la innata curiosidad y necesidad de aprender de muchos. Qué es esto... ? Cómo se llama...? Para qué sirve...? Cómo funciona...?

Todos los que somos padres y también todos los maestros hemos sido bombardeados por esta seguidilla de preguntas que han puesto de manifiesto esa sed de aprender de aquellos a quienes estamos llamados a enseñar, a quienes la escuela reprime y que, sin embargo, de todas maneras aprenden, … a pesar de la escuela.

¿Dónde acabó, dónde quedó esa búsqueda de información, esa necesidad de saber más y más?.

Creo que, sin equivocarme mucho, se quedó en las aulas de la educación formal. Así dejamos a muchos en la "escuela de la calle". Personas que por no lucirse en las inteligencias que pide la escuela tradicional son castigados con la baja nota, con la desconsideración, con el desprestigio. Quizás fue aquello lo que provocó que un adolescente haya disparado conscientemente en las protestas del 11 de Septiembre, pero que inconscientemente no alcanzó a dimensionar lo que su acto irreflexivo podía provocar: la muerte de una persona. Este joven no ha terminado su enseñanza básica, pese a su edad.

Desde esta dimensión sostengo que la escuela que disueño está llamada a abrirse nuevas formas de enseñanza para potenciar los aprendizajes de los alumnos. Y es aquí en donde los docentes debemos, en mi opinión, poner un mayor énfasis. También debemos trasmitir esta inquietud a aquellos que se están iniciando en esta hermosa tarea de enseñar:

La enseñanza de los niños es, tal vez, la forma más alta de buscar a Dios;
pero es también la más terrible en el sentido de tremenda responsabilidad” (Gabriela Mistral).

Estoy cierto que no siempre las competencias necesarias acompañan la labor del maestro. Quizás estos temas no eran motivo de un mayor análisis hace algunos años. Hoy, sin embargo, se hace necesario reflexionar sobre el rol del maestro, no tan sólo en la escuela, para poder transitar desde la instrucción a la educación.


La escuela que disueño (parte 4)

Paihuano, 29 de Septiembre del 2007

¿Qué le sirve a la escuela y a los estudiantes?

La pregunta que surge es: ¿Sirve a las escuelas, y a los procesos educativos que sustentan, el incorporar la teoría de las inteligencias múltiples como un trabajo sistemático?, ¿qué resultados eventuales se podrían lograr?. Luego de diez años de experimentación, implementación y aplicación de esta teoría y de muchísimas experiencias en diversos países, tales como Suecia, Finlandia, Israel y otros, encontramos ciertas luces acerca de sus alcances:
  • Se manifiesta una minimización de los problemas de conducta en los alumnos.
  • Aumento de la autoestima entre los estudiantes.
  • Desarrollo de la cooperación entre pares.
  • Incremento del número de líderes positivos.
  • Crecimiento del interés y afecto por la escuela y el estudio.
  • Presencia constante del humor.
  • Incremento del conocimiento
En síntesis, gracias a estas experiencias el joven supera el rechazo por la escuela y se siente atraído por ella. Es retenido, reconocido en sus logros y ayudado en sus esfuerzos. Aprende a ser solidario y ejercita en sus áreas de mayor desarrollo un liderazgo situacional que lo fortalece vocacionalmente. Se divierte y aprende. Cambia el equivocado paradigma de aprender - dolor por saber - placer. Deja la calle y disfruta de la escuela.

Pero ... ¿es posible implementarlo en nuestras escuelas…?.

La resistencia al cambio es un proceso natural para el sistema; sin embargo, para todos nosotros, formados en el PRODEBAS y en el PRIMA, este puede ser un buen desafío que, estoy cierto, todos lo desarrollamos inconscientemente al poner en práctica esa máxima de “potenciar lo bueno de nuestro quehacer, por pequeño que sea, sin considerar aquellos elementos que perturben nuestro trabajo, pues ellos irán disminuyendo por si solos”.

Gabriela ya lo dijo:

”Amenizar la enseñanza con la hermosa palabra,
con la anécdota oportuna
y la relación de cada conocimiento con la vida”.

Atender a la diversidad debe ser nuestro norte y este podría ser un buen intento.


La escuela que disueño (parte 5)

Paihuano, 27 de Octubre del 2007

Inteligencias múltiples: Gadener y su teoría

A propósito de la descripción que encontré en Internet acerca de las inteligencias múltiples y que adjunto a este ensayo [ver al final de artículo], creo conveniente reflexionar, a la luz de los antecedentes que esta descripción entrega, acerca del rol del profesor en la escuela y la formación que hemos recibido en las aulas de Institutos y Universidades formadoras de educadores en Chile y en el resto de esta América morena. Como base considero, también, el ensayo escrito por Silvia Luz de Luca, quién es docente rural en Argentina y que fuera publicado en la Revista Iberoamericana de Educación bajo el título de “El docente y las inteligencias múltiples”.

La teoría de las inteligencias múltiples que sustenta Howard Gardner, marca su nacimiento cuando publica su libro “Estructuras de la mente” en 1983. En el prólogo de afirma que “desde su punto de vista, la esencia de la teoría es respetar las muchas diferencias que hay entre los individuos; las variaciones múltiples de las maneras como aparecen; los distintos modos por los cuales podemos evaluarlos, y el número casi infinito de modos en que estos pueden dejar una marca en el mundo”.

En este primer acercamiento a su teoría sostuvo que en su opinión: “la mente tiene la capacidad de tratar distintos contenidos, pero resulta en extremo improbable que la capacidad para abordar un contenido permita predecir su facilidad en otros campos”.

De este modo, ofrece a los educadores una oportunidad muy amplia para adaptar de manera creativa sus principios fundamentales a cualquier cantidad de contextos educacionales.

La orientación crítica de Gardner hacia el concepto tradicional de inteligencia, está centrada en los siguientes puntos:
  • La inteligencia ha sido normalmente concebida dentro de una visión uniforme y reductiva, como un constructo unitario o un factor general.
  • La concepción dominante ha sido que la inteligencia puede ser medida en forma pura, con la ayuda de instrumentos estándar.
  • Su estudio se ha realizado en forma descontextualizada y abstracta, con independencia de los desafíos y oportunidades concretas y de factores situacionales y culturales.
  • Se ha pretendido que es una propiedad estrictamente individual, alojada sólo en la persona y no en el entorno, en las interacciones con otras personas, en los artefactos o en la acumulación de conocimientos.
Estamos acostumbrados a pensar en la inteligencia como una capacidad unitaria o como abarcativa de varias capacidades. Sin embargo, en oposición a esos enfoques de perfil más bien reduccionista, Gardner propone un enfoque de inteligencias múltiples.

Para este autor la inteligencia es la "capacidad de resolver problemas o de crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales". Lo sustantivo de su teoría consiste en reconocer la existencia de ocho inteligencias diferentes e independientes, que pueden interactuar y potenciarse recíprocamente. La existencia de una de ellas, sin embargo, no es predictiva de la existencia de alguna de las otras.

Al definir la inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en una destreza que se puede desarrollar, pero, al mismo tiempo, no niega el componente genético. Todos nacemos con unas potencialidades marcadas por la genética. Pero esas potencialidades se van a desarrollar de una manera o de otra dependiendo del medio ambiente, nuestras experiencias, la educación recibida, etc.

Ningún deportista alcanza el éxito sin entrenar, por buenas que sean sus cualidades naturales. Lo mismo se puede decir de los matemáticos, los poetas, o de la gente emocionalmente inteligente.

Según este autor, todos tenemos naturalmente las ocho inteligencias en mayor o menor medida. Al igual que con los estilos de aprendizaje no hay tipos puros, y si los hubiera les resultaría imposible funcionar. Un ingeniero necesita una inteligencia espacial bien desarrollada, pero también necesita de todas las demás, de la inteligencia lógico matemática para poder realizar cálculos de estructuras, de la inteligencia interpersonal para poder presentar sus proyectos, de la inteligencia corporal - kinestésica para poder conducir su auto hasta la obra, etc.

Anexo: Inteligencias múltiples
  • Lingüístico- verbal
    • Destaca en lectura, escritura, narración de historias, memorización de fechas, piensa en palabras
    • Le gusta leer, escribir, contar cuentos, hablar, memorizar, hacer puzzles
    • Aprende mejor leyendo, escuchando y viendo palabras, hablando, escribiendo, discutiendo y debatiendo
  • Lógica - matemática
    • Destaca enmatemáticas, razonamiento, lógica, resolución de problemas, pautas.
    • Le gusta resolver problemas, cuestionar, trabajar con números, experimentar
    • Aprende mejor usando pautas y relaciones, clasificando, trabajando con lo abstracto
  • Espacial
    • Destaca en lectura de mapas, gráficos, dibujando, laberintos, puzzles, imaginando cosas, visualizando
    • Le gusta diseñar, dibujar, construir, crear, soñar despierto, mirar dibujos
    • Aprende mejor trabajando con dibujos y colores, visualizando, usando su ojo mental, dibujando
  • Corporal - kinestésica
    • Destaca en atletismo, danza, arte dramático, trabajos manuales, utilización de herramientas
    • Le gusta moverse, tocar y hablar, lenguaje corporal
    • Aprende mejor tocando, moviéndose, procesando información a través de sensaciones corporales.
  • Musical
    • Destaca en cantar, reconocer sonidos, recordar melodías, ritmos
    • Le gusta cantar, tararear, tocar un instrumento, escuchar música
    • Aprende mejor ritmo, melodía, cantar, escuchando música y melodías
  • Interpersonal
    • Destaca en entendiendo a la gente, liderando, organizando, comunicando, resolviendo conflictos, vendiendo
    • Le gusta tener amigos, hablar con la gente, juntarse con gente
    • Aprende mejor compartiendo, comparando, relacionando, entrevistando, cooperando
  • Intrapersonal
    • Destaca en entendiéndose a sí mismo, reconociendo sus puntos fuertes y sus debilidades, estableciendo objetivos
    • Le gusta trabajar solo, reflexionar, seguir sus intereses
    • Aprende mejor trabajando solo, haciendo proyectos a su propio ritmo, teniendo espacio, reflexionando.
  • Naturalista
    • Destaca en entendiendo la naturaleza, haciendo distinciones, identificando la flora y la fauna
    • Le gusta participar en la naturaleza, hacer distinciones.
    • Aprende mejor trabajar en el medio natural, explorar los seres vivientes, aprender acerca de plantas y temas relacionados con la naturaleza
Cuadro traducido por Nuria de Salvador desde Developing Students' Multiple Intelligences. Nicholson-Nleson K. 1998. New York: Scholastic Professional Books.


La escuela que disueño (parte 6)

Paihuano, 27 de Octubre del 2007

Goleman y sus ideas

Otro autor, Daniel Goleman, en forma paralela señala que “si la inteligencia es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas o fabricar productos valiosos en nuestra cultura, la inteligencia emocional es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas relacionados con las emociones, con nuestras emociones (inteligencia intrapersonal) y con las de los demás (inteligencia interpersonal).

Esta definición, además de reforzar la teoría de Gadner acerca de las Inteligencias múltiples, también afirma que "tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente". Desde esta perspectiva “el pensamiento es un proceso con muchas caras”. Las emociones son una de estas caras en este proceso, una parte tan integral del mismo como el pensamiento lógico, lineal y verbal del hemisferio izquierdo. De la misma manera que no pensamos sólo con un único hemisferio, sino que los dos son necesarios, tampoco nos limitamos a procesar la información, además la sentimos.

Goleman dice que “otra manera de entenderlo es que a la hora de andar por la vida es más importante saber descifrar nuestras emociones que saber despejar ecuaciones de segundo grado”. Las empresas lo saben bien y cuando contratan a alguien no piden sólo un buen currículo, además buscan un conjunto de características psicológicas como son la capacidad de llevarse bien con los colegas, la capacidad de resolver conflictos, la capacidad de comunicarse, etc. El que tengamos o no esas cualidades o habilidades va a depender del grado de desarrollo de nuestra inteligencia emocional.

Cuando rendimos un examen de poco nos sirve saber las respuestas si nos ponemos tan nerviosos que no somos capaces de contestar las preguntas adecuadamente. Naturalmente tampoco es suficiente estar tranquilo, hay que saber las respuestas del examen y saber mantener la calma.

Mientras que normalmente pasamos mucho tiempo aprendiendo (y enseñando) las respuestas de una prueba, no dedicamos ni un minuto a aprender (o enseñar) cómo controlar los nervios o cómo calmarlos enfrentados a esta prueba

Nuestro sistema educativo no le presta la misma atención a todos los estilos de aprendizaje, ni valora por igual todas las inteligencias o capacidades. No hay más que mirar el horario de cualquier alumno, sin importar el curso o nivel, para darse cuenta de que la escuela no le dedica el mismo tiempo a desarrollar la inteligencia corporal - kinestésica y la inteligencia lingüística, por poner un ejemplo.

En cuanto a la inteligencia emocional (la capacidad de entender y controlar las emociones) la escuela simplemente la ignora. No es tanto que no la considere importante, es que su aprendizaje se da por supuesto.

La escuela no hace más que reflejar la visión de la sociedad en su conjunto. A nadie le extraña que un alumno tenga que hacer muchos ejercicios para aprender a resolver ecuaciones, sin embargo, no nos planteamos la necesidad de adiestrar a nuestros alumnos en como prestar atención durante una conversación, por ejemplo, o concentrarse como lo hacen en la cultura oriental. Naturalmente, además, no sabemos como hacerlo. Mejor dicho, no hemos aprendido a hacerlo porque nunca lo hemos considerado parte de nuestra tarea.

Lo que se está planteando ahora es que, de la misma manera que practicamos y desarrollamos la capacidad de escribir, o la capacidad de hacer deporte, podemos desarrollar y practicar el conjunto de capacidades que nos permiten relacionarnos de manera adecuada con el mundo exterior y con nosotros mismos, es decir la inteligencia emocional.

Mi crítica a este respecto se centra en que la formación de docentes en nuestro país no considera estos aspectos como parte del currículo y, por lo tanto, se repite el modelo al momento de ejercer el rol al egresar de la carrera e incorporarse a la vida del trabajo. Esto pareciera quizás ser poco importante pero permítanme realizar un paralelo metafórico: “cuando un médico se equivoca quizás muera una persona, cuando se equivoca un profesor pueden morir muchas esperanzas”.

(Continuará)

La escuela que disueño (parte 7)

Paihuano, 27 de Octubre del 2007

Algo más sobre Gardner y su teoría
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Gardner ha declarado que cuando formuló en 1983 la teoría de las inteligencias múltiples, encontró poca acogida entre sus compañeros de profesión: "Mi teoría gustó a unos cuantos psicólogos, desagradó a unos pocos más y la mayoría la ignoró". Un rasgo llamativo de esta situación es que cuando ya se encontraba convencido de que su proposición estaba condenada al olvido, como tantas otras en la historia humana, inesperadamente comenzó a recibir una gran atención de los educadores: existía otro público con un auténtico interés por sus ideas, el público de los profesionales de la educación.

Todo este andamiaje de las inteligencias múltiples trae a la realidad unas aplicaciones que no se pueden dejar pasar por alto ya que a la vez afectan al alumno y al profesor.
  • Implantar estas ideas dentro de un currículo tradicionalista no es fácil de lograr.
  • Es algo que se aprende haciendo, vale decir, en la práctica.
  • Los horarios deben ser más flexibles.
  • Se requiere de un mayor tiempo extra para preparar los materiales didácticos necesarios, pero, al mismo tiempo se requiere de un mayor compromiso de la familia.
  • Necesidad de más personal docente y el apoyo de profesionales de otras disciplinas.
  • El estudiante ha de evaluarse en forma distinta a la que está acostumbrado.
  • Se requiere de un mayor uso de materiales concretos.
Cuando en mi discurso postulo que la escuela es en y con la comunidad considero que los docentes – no todos- están frente a un desafío profesional al cual no están preparados para superar. Quizás la culpa no sea de ellos sino de un sistema que no los ha preparado para ser “atrevidos” o que, quizás, no les ha otorgado la herramientas para desarrollar su propia creatividad.

Si la inteligencia es la capacidad que le permite al ser humano resolver problemas, ¿por qué no le brindamos a éste la oportunidad de desarrollarla a plenitud en la medida que lo permita su condición particular?

Antes de la aplicación de cualquier modelo de aprendizaje basado en las inteligencias múltiples debemos, en primera instancia, aplicárnoslo a nosotros mismos como educadores y estudiantes adultos, porque si no tenemos una comprensión de la teoría íntimamente ligada a la experiencia y hayamos hecho nuestro este conocimiento, es decir, estemos en condiciones de aplicarlo, no como copia, sino como modelo propio, no podremos trasmitirlo con éxito.

Por lo tanto, el primer paso es determinar la naturaleza y calidad de nuestras propias inteligencias múltiples y buscar las maneras de desarrollarlas en nuestras propias vidas. Cuando nos abocamos a esta tarea se pondrá de manifiesto como nuestra particular fluidez o falta de ella afecta nuestras competencias como docentes y personas. Esta no es una tarea fácil por cuanto no existe una herramienta de medición que nos asegure cual es el grado o el cociente alcanzado en cada una de las inteligencias, por lo que debemos ampliar nuestro campo de observación y a través de una evaluación realista de nuestro desempeño en las muchas clases de actividades, tareas y experiencias que se asocian con cada inteligencia es que obtendremos indicadores sobre el nivel alcanzado en cada una de ellas.

Esta teoría es una herramienta especialmente útil para observar nuestras fortalezas y debilidades en las áreas que utilizamos los docentes, porque nos permite observar todas las actividades que realizamos para alcanzar nuestros objetivos, y también cuales acciones dejamos de lado por cuanto no nos sentimos cómodos al ejecutarlas.

Desarrollar hasta un grado aceptable de competencia cada una de las inteligencias depende de tres factores principales:
  • Dotación biológica, incluyendo los factores genéticos o hereditarios, y los daños o heridas que el cerebro haya podido recibir antes, durante o después del nacimiento.
  • Historia de la vida personal, incluyendo las experiencias con los padres, docentes, pares, amigos y otras personas que ayudan a hacer crecer las inteligencias o las mantienen en un bajo nivel de desarrollo.
  • Antecedente cultural o histórico, incluyendo la época y el lugar donde uno nació y se crió, y la naturaleza y estado de los desarrollos culturales o históricos en diferentes dominios.
Consideraciones finales

En nuestra realidad educativa, no todo es válido ni todo es equivocado.

Independientemente de la polémica de considerar “inteligencias”, “capacidades” o “fortalezas” a las facultades más o menos desarrolladas en las personas, a los docentes nos es de suma importancia diagnosticarlas en nuestros alumnos, ya que nos permite comprenderlos más y planificar las actividades más apropiadas para obtener los mejores resultados. Claro que para eso debemos informarnos, recibir ayuda, disponer de tiempo extra, institucionalizar el trabajo y comprometer a toda la comunidad. Tarea para nada fácil pero no imposible.

El docente intuitivamente ya hace adecuaciones y actividades variadas y especiales, falta fundamentarlas, sistematizarlas, incorporarlas a la tarea diaria y, a la hora de evaluar, tenerlas en cuenta. No podemos sólo hacerlos cantar y bailar y después evaluarlos por escrito.

Por otra parte, debemos tratar de desarrollar las facultades que no lo están y creo que allí está el mayor desafío. La capacidad de inventiva y creatividad, siempre puesta de manifiesto por los docentes, sólo necesita ser “activada” por un estímulo que bien puede ser éste.

Si seguimos encontrando culpables fuera de nosotros mismos y no buscamos las formas de cambiarnos y cambiar a nuestros alumnos, no hay futuro para los países latinoamericanos.

“Este mundo nunca ha sido tan desigual en las oportunidades que brinda y tan igualitario en las costumbres que impone” Eduardo Galeano.

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