domingo, 20 de mayo de 2007

Rodríguez, Omar - Mi experiencia en el PRIMA

PRIMA: una esperanza que se renueva

Omar Podríguez
orodriguez57@gmail.com
Paihuano, 09 de Junio del 2007

Caminando entre los niños de una escuela rural en Ecuador o compartiendo con niños en Pasto, Colombia, evoque mi niñez como estudiante de una escuela rural en mi tierra natal, entre cerros, lluvia y nieve. Y al observar el trabajo y las experiencias de docentes anfitriones que gustosos las compartían con nosotros en esas lejanas tierras americanas ví reflejado mis primeros pasos en este largo camino de la docencia que inicie en tierras pehuenches en el Alto Bio Bio.

Estos hechos concretos de mi vida me permitieron entender los desafíos a que nos vemos enfrentados quienes asumimos la misión de ayudar en la formación de las nuevas generaciones, cualquiera sea su condición social, religiosa o étnica. Los rostros curtidos de mis niños pehuenches y campesinos del sur de nuestra patria, son los mismos que, posteriormente, pude reconocer en las cumbres andinas de Colombia y Ecuador.

Puedo decir, entonces, que el PRIMA me permitió reencontrarme con mis raíces y reencantarme con la profesión que había abrazado, tal vez no por vocación pero si, evidentemente, por necesidad y que esta labor, para ser efectiva, debía, necesariamente, explorar nuevas formas de ayudar a la comunidad.

Compartiendo con esos niños y docentes pude comprobar que, mas allá de las fronteras geográficas y culturales, existían elementos comunes que nos permitía relacionarnos como personas compartiendo nuestros sueños. En ese instante comprendí la importancia de la recuperación del saber del barrio para incorporarlo al curriculo. Allí encontré padres y madres emprendedores y comprometidos para mejorar la calidad de vida de sus hijos. En esta experiencia la escuela no estaba ausente pues los acogía y estimulaba. A esta organización solidaria, y efectiva sin embargo, desde mi perspectiva, le faltaba un elemento que le diera sentido educativo que para otros, quizás, fuese evidente.

Pasaron algunos años desde esa experiencia y estos fragmentos adquirieron sentido cuando incorpore el concepto de Educación No Formal. Allí la guambrateca y su “acción educativa y liberadora” (PauloFreire), el paseo dirigido, el trabajo grupal, las actividades expresivas, lo lúdico de la educación adquirió un sentido real. De algún modo comprendía ahora el porque de las dificultades que la escuela enfrenta al no considerar en su acción los intereses de los alumnos al regirse excesivamente por el deber ser.. Me refiero aquí a la cercanía que existe entre el interés de los niños y los temas que le preocupan en términos de libre adscripción.

El “voluntarismo mágico” de los clientes de la guambrateca o de los alumnos participando de un suerte de cooperativismo en las serranías era ahora una conducta con sentido pues ello implica la libre entrada pero también libre salida de la actividad. Era la escuela que ya no normaba desde los prescrito sino que educaba desde la motivación y esto, indudablemente, es anterior al aprendizaje significativo.

En consecuencia, el poder tener un pensamiento no tan rígido se lo debo al PRIMA, a todos aquellos con quienes he compartido en este grupo y con quienes hoy me reencuentro.