martes, 29 de mayo de 2007

Bolados, Walter - La escuela que disoñamos.


La escuela que disueño
(parte 1, 2, 3, 4 y 5)


Walter Bolados
walboro48@hotmail.com
Escuela Bélgica
Punitaqui, 23 Junio 2007

La escuela que disueño debe ser equitativa, donde tengan acceso todos los alumnos que tengan valores, hábitos, habilidades y conocimientos indispensables para la vida y para el crecimiento de la Unidad Educativa. También que sean respetados en su dignidad como personas y sean aceptados con sus debilidades y fortalezas.

La propuesta de la escuela que disueño apunta a que todos los alumnos aprenden, comprenden; centran su trabajo en saberes, que sus aprendizajes sean contextualizados, relevantes e interesantes, donde utilicen estrategias renovadas, secuenciales y plena de contenidos; donde los educadores se especialicen buscando nuevos caminos en el saber, que aprendan de las experiencias de sus colegas, que se detengan a pensar y con imaginación logren nuevas metas deseables.

Disueño que la escuela que yo necesito sea la unión del presente y del futuro, de lo que somos y de lo esperamos tener, de lo que tenemos y de lo que esperamos tener, de toda la experiencia que tengo y de la que llegaré a tener.

Disueño que el trabajo en conjunto con la comunidad, con los padres y apoderados no se base en las metas impuestas, sino compartidas, que concuerdan con sus ideas, y viajar más allá de su imaginación.

Disueño que mi escuela sea novedosa, llenas de sorpresas donde todos tengan la inquietud de conocerla.


Mi escuela disoñada (parte 2)

Escuela Bélgica
Punitaqui, 21 de Julio del 2007

Al leer y releer la primera parte de mi texto recordé con mucha nostalgia los primeros años de mi vida profesional cuando caminaba largas horas a pie para llegar a mi escuelita rural donde mis primeros sueños eran llevar a mis alumnos a conocer otras realidades y enseñar con mucho cariño los contenidos correspondientes a los diversos cursos que tenía que atender. También recordaba a los padres y a la comunidad en general que confiaban plenamente en mi quehacer educativo.

Además, el esfuerzo de cada uno de los padres de familia al salir en busca de los recursos naturales del mar para llevar el sustento a su hogar, muchas veces corriendo el peligro de perder su vida en este difícil y costoso trabajo. Aprendí de ellos a valorar cada vez más mi trabajo y me esforcé bastante para que mis alumnos aprendieran a aprender y a valorar el esfuerzo que hacían sus padres para que ellos fueran grandes personas el día de mañana.

Leía noche a noche textos de la biblioteca de la escuela para prepararme y estar al tanto de nuevos conocimientos e ideas innovadoras que me permitieran realizar mi trabajo con satisfacción y cariño considerando que todos confiaban en mí y, más aún, mis alumnos que me esperaban con ansias y corrían a encontrarme en este camino largo y desolado que nos llevaba al lugar. Con mucho cariño y orgullo recuerdo aquellos memorables días de aquel lugar costero.

Hoy día, la escuela que yo disueño es aquella en que todos debemos ser capaces de compartir nuestras ideas, metas y trabajo en forma grupal para que los únicos beneficiarios sean nuestros niños que con amor y esperanza desean aprender cosas nuevas dentro del mundo tecnológico de hoy.


Mi escuela disoñada (parte 3)

Escuela Bélgica
Punitaqui, 13 de Agosto del 2007

Sabemos que aprender lleva tiempo, pero si el trabajo se centra en saberes fundamentales, aunque se avance lentamente, los cimientos serán firmes y profundos, sin importar el tiempo que se necesita para esto. La construcción de los aprendizajes se hacen más fáciles y más rápidos porque tienen una base sólida y de mucha consistencia.

Si a todo esto, le agregamos un poquito de diversión, entretenimiento y esparcimiento basados en los principios de la Educación Física lograremos una excelente receta para sincronizar lo físico con lo intelectual y así nuestros niños tendrán ansias locas de aprender.

Si nos preguntamos: ¿Cuál es el camino más seguro para aprender? La respuesta a esta pregunta es buscar o tener un encuentro amistoso y exitoso con el saber comenzando con lo que el niño conoce y lo que tiene a su alrededor para llegar a lo desconocido con mejores posibilidades y deseos de aprender.

Recordemos que si deseamos que el niño adquiera una capacidad de aprender gradual con el saber, con su esfuerzo tendremos ya un encuentro exitoso con el saber y éste se producirá paulatinamente, ya que no lo desanimaremos ni lo desconcertaremos, sino que lo motivaremos a descubrir que de sus experiencias podrá adquirir mejores aprendizajes y más significativos.

La escuela que disoñamos y queremos está centrada en la persona donde el rendimiento de cada alumno son los resultados de los aprendizajes significativos y de su crecimiento personal; las metas nos señalan los estados de avance de cada alumno y las exigencias nos indican saber cada día más.

Recordemos de la Literatura española el verso de “Los Milagros de Nuestra Señora” de Berceo en el siglo XII: “Tolgamos he corteza, al meollo entremos”.

Solamente es una invitación a dejar lo de afuera para ir hacia adentro de las cosas, un llamado al aprender.


Mi escuela disoñada (parte 4)

Escuela Bélgica
Puntiaqui, 15 de Agosto del 2007

La escuela que disueño está centrada en la persona donde los rendimientos de los alumnos son los resultados de aprendizajes significativos, ya que los alumnos centran su trabajo en los saberes fundamentales.

Los programas y planes de aprendizaje con los que cada grupo curso trabaje no deben basarse en un conjunto de contenidos enciclopédicos, sino que se deben focalizar en un propósito fundamental y en las habilidades básicas de cada disciplina. Es así como en Educación Física se lleva implícito el desarrollo integral del ser humano: en lo biológico, social, moral y espiritual. Requiere, además, que en cada etapa de su desarrollo exista una adaptación personal. También es necesario que la rama de Educación Física esté orientada al desarrollo corporal del niño o niña en un concepto de salud integral y del fortalecimiento de sus capacidades para favorecer tanto el desarrollo físico como sicológico.

Quisiera que mi escuela disoñada no separara la educación física del contexto del desarrollo humano, ya que ésta necesita un perfil científico sobre todo en la formación del niño. Además, fuera entregada en forma gradual debido a que en los niños van apareciendo comportamientos muy definidos en lo físico, psíquico, social y espiritual, vale decir, la formación biológica acondiciona el organismo en su desarrollo físico adecuado, empieza a conocer sus limitaciones de acuerdo a su comportamiento y capacidades en lo psíquico, aparece la comunicación y la generación de actividades en lo social, conoce las reglas y valores en lo espiritual.

La escuela que yo disueño necesita un espacio libre y amplio donde los alumnos puedan trabajar gradualmente sus comportamientos en lo físico, psíquico, social y espiritual.


Mi escuela disoñada (parte 5)

Escuela Bélgica
Puntiaqui, 26 de Octubre del 2007

En mi disueño anterior me referí a la asignatura de Educación Física y a la condición biológica, física, psíquica, social y espiritual de ésta.

Es por eso que en este disueño retomaré lo biológico y lo físico. Yo no pretendo presentar una clase de reproducción humana sino referirme a ciertos aspectos que me llevarán a reconocer lo concerniente a la movilidad del ser humano.

Los seres humanos desde el día de la concepción cuando el espermio se mueve hacia el óvulo para fecundarlo, las células se van multiplicando paulatinamente siguiendo un orden maravilloso y trabajando en grupos coordinados para formar el cuerpo, un conjunto tan armonioso llamado feto, que estando en el vientre de la madre está en constante movimiento hasta el nacimiento, claro está que éstos son movimientos involuntarios.

A medida que las etapas de desarrollo del niño avanzan, los movimientos son voluntarios y dirigidos; de hecho en la etapa inicial (de 2 a 3 años) se producen los primeros intentos voluntarios de realizar un movimiento básico fundamental donde hay integración espacial y temporal; luego viene la etapa elemental ( de 4 a 5 años) donde prevalece la mayor coordinación en el espacio, tiempo y manteniendo varios patrones de la etapa anterior debido a su deficiente estimulación o avance del niño y, en la última etapa, que es la madura (de 6 a 7 años) los movimientos son estructurados, eficientes y controlados.

Según David Gallahue, el desarrollo motor es el cambio progresivo del comportamiento a lo largo de la vida, producido por la interacción entre los requerimientos de la tarea biológica del individuo y de las condiciones del ambiente.

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